sábado, 1 de octubre de 2011

Luto por los árboles

Hoy he visto en el Retiro los primeros cogollos de hojas tiernas, recién brotados en las ramas de los castaños, que tienen todavía una abstracta desnudez invernal, y me he acordado de los olmos de la Alhambra, los olmos enfermos de grafiosis que llevan años muriéndose  sin que el trabajo y la dedicación de los técnicos hayan logrado otra cosa que hacer más lenta la epidemia, que ya ha matado a ciento setenta y cinco árboles. [...]
Igual que la vida de un árbol es más larga, más lenta, más imponente que la vida de un hombre, también su muerte tiene una totalidad más terrible, una solemnidad de réquiem y capitulación.

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